Así comenzó nuestra historia en el Hotel Indiano

Mejor en casa que en ningún sitio

ANTES…

Nuestros veranos de pequeños transcurrían en esta casa en Caravaca. Dos niños inquietos de Madrid con un “me aburro” constante en la boca. Nuestros padres nos enviaban a la casa de la familia mientras ellos trabajaban. Y cuando llegábamos estábamos emocionados por venir al pueblo. Pero en menos de un día ya estábamos pidiéndole a mi abuela que llamase a nuestros padres. Que queríamos volver a casa.

Mi abuela sólo tenía una cinta de “El Mago de Oz” que nos ponía cada vez que llegábamos a ese punto, para calmarnos. Recuerdo verla con mi hermano embobados, no importaba las veces que nos la hubiese puesto mi abuela. Y al terminarla salíamos corriendo por el sendero de peregrinos que une la casa con el pueblo. Nos imaginábamos que aparecerían el espantapájaros, el hombre de hojalata y el león para llevarnos hasta la plaza de la Basílica, donde se encontraría ese Mago que nos teletransportaría a Madrid. Nuestra casa. Porque en Caravaca todo era aburrido y vetusto para nosotros… 

…Y AHORA

Cómo cambian tus ideas con los años. Como aquella vida excitante del Madrid de nuestra infancia y la adolescencia acaba convertida con el paso de los años en estrés, en esas carreras constantes con las que te premian las obligaciones. Recorres tu camino a toda prisa, sin pararte a observar los detalles. Tienes éxito, tu empresa funciona. La vida te sonríe pero, ¿realmente ese es el final que esperabas en tu camino?

Un día te despiertas pensando, ¿hacia dónde voy tan rápido? Y sólo piensas en que necesitas caminar más despacio. Te tomas unas vacaciones con tu hermano y decides reconectar con aquel pueblo de tu infancia. Repleto de senderos para caminar y no correr. Donde observar y escucharte.

Abres la puerta de esa casa indiana. Con el olor a tu abuela, a su comida. Y ahora lo vetusto resulta reconfortante. Ese aburrimiento de antes se convierte en paz. Y tus aventuras buscando leones, hombres de hojalata, espantapájaros, te recuerdan lo feliz que eras entonces imaginando que recorrías con ellos el camino, hacia esa plaza y esa basílica que realmente eran tu hogar. Hacia ese pueblo donde el aburrimiento de antes resulta encantador y reconfortante ahora.

Qué bien sienta volver al pasado, para reconectarte con el presente. Ese día te das cuenta de que sí, que se está mejor en casa que en ningún sitio. Que el Indiano es esa casa en la que harás hogar para ti. Y para quien necesite emprender desde allí el camino hacia su hogar.